domingo, 30 de agosto de 2009

COCINA Y LITERATURA

La cocina y la literatura están relacionadas, no sólo porque hay muchí­simos textos literarios basados en recetas, sino porque así­ como la cocina requiere de un conjunto de ingredientes, de paciencia y de un arte especial para combinarlos, la escritura necesita de práctica, innovación. Lo único que diferencia una de otra, es que para la escritura de calidad, no hay recetas que valgan. Sí­ existen técnicas, ejercicios y hasta consejos que se ponen juego a la hora de escribir, pero si un autor se desarrolla en base a recetas exitosas, deberí­amos desconfiar de sus libros.
En su blog Los cuentos del villano, la escritora Gabriela Villano reflexiona sobre literatura y cocina. Esta narradora señala que
Cuando yo era chiquita y estaba en el jardí­n de infantes, mi abuela, decí­a, me enseñó a cocinar. Creo que lo hizo, más que nada, para que yo me quedara quietita y sin hacer lí­o en algún lugar bajo su supervisión. Al principio yo era su asistente, como la Juanita de doña Petrona C. de Gandulfo (¡Uy, ya deschavé mi edad!). Mi abuela me daba tareas sencillas e inofensivas, nada que pusiera en peligro mi seguridad, hasta que, un buen dí­a, se le ocurrió encarrilarme la vida: me hizo batir unas yemas con azúcar a punto letra y, después, para entretenerme, me enseñó a formar las vocales dentro del bols con el tenedor que chorreaba esa crema espesa y pringosa de color amarillo muy claro. Por eso se llama punto letra, porque hay que batir bien la mezcla hasta que se pueda escribir con ella. Así­ mi abuela me enseñó algunas letras, para verificar que la crema estuviera en su punto justo.
Para seguir leyendo estas reflexiones, hacer click aquí­.
Si fuera simple reproducir las conversaciones cotidianas sobre algunos temas, nos daríamos cuenta que podríamos realizar una lista interminable de fragmentos que nos llevarí­an a otros textos, a otras posibilidades.
En este sitio, se pueden leer fragmentos aislados de una conversación sobre gastronomí­a y literatura. Su autor, además agrega “una receta para un matrimonio feliz”.
El navegante puede encontrar aquí­ desde referencias a canciones de Chico Buarque, referencias a Juan José Saer y el asado, hasta lo siguiente:
La cocina en la literatura (si se trata de buena literatura, por supuesto) es una de las formas de sublimar a la cocina. Escribir también es, de alguna manera, cocinar. Eugenio Montejo ha hecho bellamente la analogí­a de una panaderí­a con un taller literario. La harina blanca es la página en blanco del escritor que durante la vigilia de la noche anda a la caza del poema: el pan que habrá de alimentarlo todas las mañanas.
En la revista cultural y artí­stica Alenarte, se puede leer una nota muy interesante sobre la relació entre literatura y cocina. Su autor, José Julio Perlado, relata de manera amena —sumado a unas bellas ilustraciones sobre el tema— las representaciones sobre la cocina, “algo más que un espacio fí­sico”, citando dramaturgos, cortesanos, directores de cine, quienes han interpretado el valor que tiene el arte culinario.
En este sitio, llamado “Consecuentes: dar rienda suelta a la imaginación”, el navegante puede sumarse al grupo “La literatura y la cocina”. Allí, además de participar dejando comentarios o notas, vale la pena detenerse y leer, por ejemplo, un comentario como éste:
Alejandro Dumas fue un hombre de letras y amante de la buena mesa. Su verdadero nombre era Alexandre Davy de la Palleterie (1802-1870). Escribió un Gran Diccionario de la Cocina que se publicó de manera póstuma en 1873. La afición al buen comer y al buen beber llevó al autor de Los tres Mosqueteros o El conde de Montecristo a elaborar este estenso tratado de cocina, un enorme volumen que contiene más de 600.000 palabras. Se trata de un recorrido gastronómico por España, Italia y África, entre los lugares que conoció —ya que fue un viajero incansable—, que incluye las anécdotas y platos explicados con todo detalle, pues él mismo se ponía a los fogones. Además recoge las recetas de los mejores cocineros franceses de su época, con sus respectivas referencias históricas y geográficas.
La Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba, puso a disposición de los lectores de la Web, en el año 2005, un ejemplar titulado Coplas y recetas populares, en el marco de la Colección Leer es Crecer. Esta interesante y breve obra reúne textos de Juan Carlos Carabajal, Graciela Alicia López y Maria Teresa Andruetto.
Con un trazo fuertemente poético, los autores nos brindan la receta del pan, del locro, de la empanadilla, del charqui, entre otras. Se puede descargar de manera completa (formato PDF), aquí.
En un ensayo titulado “De la cocina como arte y literatura. Un acercamiento al trabajo de Lourdes Hernández Fuentes, escritora y cocinera”, su autora, Josefina María Candejas, se propone como objetivos: “Destacar los elementos estéticos, vivenciales y “alquímicos” del arte culinario desarrollado por las mujeres, y en especial por la propia Lourdes y articular a través de su escritura, la propuesta cultural implicita…”
Este artículo se puede leer completo en esta edición en línea de la Revista Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.
La cocinera mexicana Carmen Mendoza reúne en un libro llamado Al calor del sabor doce recetas —una por mes del año—, señalando que “son platillos de tradición familiar, en tanto que otros, representan un gusto, es decir, recetas que se comen en mi hogar y en esa época”, comentó Mendoza Cámara.
Para leer uno de los tantos artículos sobre este libro, hacer click aquí.

FUENTE: EDUCARED
http://www.educared.org.ar/biblioteca/guiadeletras/?p=4640

No hay comentarios:

Publicar un comentario